Albacete
perdió el juicio. Ese sería el gran titular de una tarde que pasará a la
Historia de este coso manchego que algunos creíamos medianamente serio. Pero
no, se confirmaron las sospechas. Albacete, con todos mis respetos, demostró
tener la categoría de cualquier pueblo de tercera. Y generalizo con Albacete,
porque no sólo el Presidente fue el culpable de semejante bochorno, también
tuvo gran culpa el público. O, para ser totalmente justos, parte del público.
Los gritos, silbidos y pañuelos blancos al aire fueron cómplices de tan
lamentable suceso. Y, a estas alturas, algunos aún se preguntarán que fue eso
tan negativo y triste que sucedió, pero no se asusten, lo que ocurrió fue ni
más ni menos que un indulto de chiste. Albacete dio un paso de gigante para
equiparar su feria con la de Murcia. Y, no por nada, simplemente por la moda de
indultar a uno o un par de toros cada tarde de feria que tuvo esa plaza hace no
tantos años. La consecuencia de eso, del triunfalismo barato, es ni más ni
menos que Murcia prácticamente ha desaparecido del mapa taurino y su ciclo ha
quedado absolutamente desmantelado. De esos barros… estos lodos. Muchos creerán
una exageración esta comparación entre ambas ciudades y plazas, pero el
acontecimiento que se produjo en el tercer festejo de la feria en honor a la
Virgen de los Llanos no hace más que dar la razón a aquellos que pensamos que,
hoy, Albacete, perdió mucha categoría.
“Pescadero”
así se llamaba un animal anovillado, el más justo de presentación de un
encierro correcto (con más cara que volumen), herrado con el número sesenta y
seis, de 530 kilos de peso, de capa negra y nacido en enero de 2009. Fue
enlotado en sexto lugar y su lidia y muerte correspondió a Miguel Ángel Perera.
A la postre, este astado de Daniel Ruíz, se convirtió en el tercero indultado
en una plaza con noventa y seis años de Historia. ¿Y cómo fue el de Daniel?
Pues el prototipo de toro moderno. Un astado que, como toda la corrida del
ganadero albaceteño, no recibió castigo alguno en el caballo y que después tuvo
movilidad, al mismo tiempo que nobleza, buena condición y duración. Aguantó los
innumerables muletazos, pero no fue a más (importante matiz este). Entonces
quedamos en que fue un animal estimable, uno de esos predilectos de los
toreros, de esos que no molestan, que van y vienen, pero de ahí a ser extraordinariamente
bravo y merecer el premio máximo del indulto… Muchos bromeábamos con la
posibilidad de que en el regreso de Daniel Ruiz al coso albacetense tras unos
cuantos años de ausencia tuviera lugar un indulto. Al final, la broma se tornó
en realidad. Con el reglamento en mano el indulto de “Pescadero” fue
sencillamente antirreglamentario. Desde el punto de vista del aficionado, el
perdón de la vida de “Pescadero” fue una auténtica vergüenza. A mi modesto
entender el reglamento recoge que un toro será merecedor de tal honor después
de haber demostrado en todos los tercios de la lidia (especialmente en el
caballo) una extraordinaria bravura. ¿”Pescadero” fue bravo en todos los
tercios? Rotundamente, no. Y al margen de lo que fue la noticia del día y de la
feria, este animal se encontró delante con un Miguel Ángel Perera que realizó
una notable faena, pero siempre desde el punto de vista de su concepto del
toreo y tauromaquia.
Instrumentó
un toreo lineal, de suerte descargada, pero de bastante mano baja y largura. Es
decir, toreo del siglo XXI. Al final, cuando ya el éxtasis y la locura se
habían apoderado de unos tendidos completamente llenos, el extremeño se relajó
y nos deleitó con varias series realmente notables. Además, en lo que más
destacó a lo largo de la tarde fue en las manoletinas finales con las que
finalizó su primer trasteo, así como un quite por gaoneras en ese sexto en el
que se la jugó de verdad. En esos dos compases de su tarde demostró realmente
el gran valor que atesora y que, sin embargo, no le hace echar la “pata
pa’lante” y torear con pureza enroscándose al toro en la cintura. Que le vamos
hacer, no todo puede ser perfecto. Con dos orejas, y no dos orejas y rabo
simbólicos, fue premiado por el presidente que después de haber sacado
bochornosamente el pañuelo naranja, se puso exquisito a la hora de los trofeos
al matador. Ya ven, un usía muy consecuente. En su primero, el que hizo
tercero, bajo como un zapato aunque serio y astifino por delante, Perera obtuvo
un apéndice tras un pinchazo y un bajonazo. Otra prueba más de la exigente
afición manchega.
También
a hombros abandonó el coso de la calle Feria Julián López “El Juli”. Éste lo
hizo tras pasear una oreja en cada uno de sus turnos, que podrían haber sido el
doble de no ser por algún que otro fallo con la espada. Esta vez el ya mítico
“julipié” no fue del todo efectivo. Pinchó en una ocasión en el quinto, pero ni
mucho menos porque dejara de salirse de la suerte de manera descarada. Fue,
simplemente, mala suerte. Y el madrileño deleitó a Albacete con un recital de
su tauromaquia. Mano baja y muleta poderosa, pero siempre con la pierna
contraria retrasada y escondida (les aseguro que más no se podía retrasar) y
dejando, por momentos, un hueco sideral entre él y su oponente. Algo más
ajustado anduvo en un par de series al natural al segundo de su lote. Corrió la
mano y llevó absolutamente cosido a la franela el hocico del animal de Daniel
Ruíz, eso sí, plenamente encorvado y retorcido. Vamos, el toreo vertical y
encajado de toda la vida. El astado de la divisa amarilla y verde fue el mejor
del encierro. Sí, mejor que el que fue indultado. A pesar de sus 600 kilos y de
ser un auténtico y feo zambombo, se movió y duró bastante en el tercio final.
Claro está, a este también lo dejaron crudo en el caballo. Humilló mucho y tuvo
clase, algo que aprovechó Julián para explayarse toreando. Habría cortado dos
orejas, pero pinchó a la primera y después el toro tardó en caer. De similar
corte fue el trasteo ante el segundo, un mansito que desarrolló en la muleta
alguna que otra complicación y protesta a consecuencia de su condición.
Como
telonero actuó un Pablo Hermoso de Mendoza que ha llevado el término comodidad
hasta el extremo más insospechado. Sin competir con alguna otra figura del
toreo a caballo, y con unas reses absolutamente escogidas para no causar
problema alguno, anduvo aseado y suficiente, pero carente de la siempre
anhelada emoción. Su primero, absolutamente descastado, se negó a embestir; y
el cuarto fue tan noble como flojo. Ante semejantes productos de Hermanos San
Pedro, el navarro montó a su excelente cuadra arriesgándose un poco más en el
toro que cerraba su lote. Eso, y que la tarde ya estaba lanzada, le valieron
una oreja.
Ficha:
Albacete,
3ª de feria, Martes 10 de Septiembre.
Toros
de Hnos. Sampedro para rejones, reglamentariamente despuntados, flojos y
descastados; y 4 de Daniel Ruíz, con más cara que cuerpo, mansitos, nobles, con
movilidad pero en el límite de fuerzas. El 6o, de nombre "Pescadero",
número 66, negro de capa, nacido en enero de 2009, de 530 kilos fue indultado.
El 5o también fue ovacionado en el arrastre.
Hermoso
de Mendoza: silencio y oreja
El
Juli: oreja con petición de la segunda y oreja tras aviso
Miguel
Ángel Perera: oreja y dos orejas tras indulto.
Entrada:
Lleno
Por @AlexMartinezzz
2 comentarios:
Me parece excesivamente critica tu crónica.
A mi me parece una critica correctisima diciendo las cosas como son y sin cortarse, no como en los medios de comunicacion que todo les parece bien y aplauden todo sin mojarse en decir la verdad, cada dia que voy a la plaza me decepciono mas con el publico y el presidente.
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