Nos
las prometíamos muy felices de cara a la sexta del abono albaceteño y al final
una de las tardes más interesantes desde el punto de vista del aficionado se
convirtió en una tarde infumable, muy a contra estilo, en la que nada salió
como debía. No, el cartel no lo componían hoy figuras o ni una de sus
ganaderías predilectas, pero la tarde había levantado expectación. En el cartel
estaban anunciados Antonio Ferrera, Iván Fandiño y Daniel Luque para estoquear
un encierro de Alcurrucén. Para empezar, el torero más importante del momento y
de la temporada, Iván Fandiño, volvía a un coso en el que no ha obtenido los
triunfos que pudiera esperar y desear. Además, Ferrera llegaba a Albacete en el
que puede ser el mejor momento de toda su carrera y con notables tardes a sus
espaldas este 2013. A priori, el sevillano Daniel Luque era el que menos
entusiasmo despertaba y, al final, fue el único que consiguió pasear algún
trofeo. Y al margen de los toreros, mucho esperábamos de Alcurrucén, uno de los
hierros más destacados del campo bravo y que está presente en la mayoría de los
grandes ciclos de la temporada. La divisa de los empresarios (los Lozano) es de
las pocas representantes que quedan del encaste Núñez y, eso precisamente,
otorgaba todavía un mayor atractivo al cartel. Desgraciadamente, los de
Alcurrucén no tuvieron su tarde. El encierro toledano fue una verdadera e
insufrible mansada que, además, presentó complicaciones, en ocasiones peligro,
y desarrolló un comportamiento muy deslucido contra el que se estrelló la
terna.
Bien
presentada estuvo la corrida, bastante en el tipo de su procedencia, aunque con
algunas desigualdades en las hechuras. Por cierto, no hubo ni un solo astado
negro, todos lucieron una capa colorada o castaña. No fueron fáciles de recibir
con el capote, todos salieron muy sueltos e hicieron pasar más de un trago a
cuántos se pusieron delante. En el caballo ya todos marcaron su condición de
mansos saliendo espantados como alma que lleva el diablo o intentando quitarse
el palo con violentos cabezazos en el peto. Tan sólo al segundo le dieron dos
justas y oportunas varas para bajarle los humos. En el tercio final marcaron su
querencia acusándola en diferentes grados. De la quema, si acaso, se salvó el
noble tercero que tuvo una templada embestida, pero que se agotó demasiado
pronto. En el otro extremo, el mansísimo sexto que ya salió rajado de
chiqueros. Y, entre un polo y otro, algún que otro ejemplar algo interesante
que tuvo movilidad, pero no demasiada clase. Hubo algunos que humillaron en
ocasiones, pero esta virtud no la mantuvieron constante, sino de forma
irregular y alternándola con desagradables tornillazos a las voluntariosas
muletas de sus matadores. Además, la de los Lozano tuvo el problema de un
peligro sordo que no terminó de llegar a los tendidos. Por ejemplo, los dos
primeros iban midiendo casi hasta llegar a la jurisdicción del torero y después
iban acortando el recorrido. El manso y deslucido cuarto no tuvo nada de clase
y el quinto, por su parte, la tomó a veces bien por abajo con movilidad y
transmisión, pero también muchas veces salió con la cara arriba pegando un
cabezazo difícil de dominar.
Daniel
Luque cortó una oreja del primero de su lote que, a la postre, fue el mejor
(por no decir el único) del manso y deslucido lote de la divisa celeste y
negra. El de Llerena anduvo, para empezar, muy decidido y entregado desde el
principio, detalle que ya por sí sólo es noticia. Y es que la campaña de Luque
no ha sido la más afortunada. Sin pena ni gloria ha pasado por la mayoría de
plazas importantes en las que no justificó unas oportunidades ganadas no tanto
en el ruedo, sino más bien en los despachos con los cambios de cromos. Pero
Albacete parece que es de su gusto y hoy lo volvió a demostrar. Eso sí, si nos
quiere tanto como parece, nos podría ahorrar ciertas ventajas que intenta
disimular, pero que no se escapan a los ojos de algunos. Como decía anduvo con
una suavidad primorosa y mostrando el buen concepto que atesora, pero retrasó
la pierna contraria a más no poder. En ocasiones citó desde Chinchilla y,
claro, se trajo al toro enganchado para lograr largos muletazos en los que se
ajustó una vez que la cabeza había pasado por la faja. Pero como en esta plaza
eso de echar la “pata pa’lante” parece que no importa mucho (por no decir
nada), cuanto más retrasó la pierna el sevillano, más vibraron los tendidos. Lo
mejor de su trasteo fue un torero y precioso inicio, así como los remates por
bajo y los trincherazos. Por supuesto, le dieron una oreja. Ante el sexto nada
pudo hacer. Bueno sí, correr persiguiendo al manso animal que, en vez de
embestir y luchar, lo único que hizo fue huir al galope.
Fandiño
abandonó la plaza entre pitos. Esa fue la otra gran noticia de la tarde. Y es
verdad que no tuvo su tarde más afortunada, pero de ahí a pitarle… En la
modesta opinión del que suscribe estas líneas los silbidos al de Orduña fueron
totalmente injustos. Para empezar Fandiño anduvo, casi siempre, colocado como
Dios y los cánones mandan. Él sí que adelantó la pierna que torea y la dejó inmóvil
cuando por su jurisdicción pasaron los pitones de sus oponentes. Cargó la
suerte, sí, de los pocos esta feria. Y ya sólo eso es de agradecer. No tuvo un
lote fácil y lo intentó con voluntad, pero al ver el rechazo de los tendidos,
abrevió y se marchó a por la espada en el quinto. Eso enfadó todavía más al
público y provocó la reacción apuntada anteriormente. Con la espada no estuvo
tan fino como nos tiene acostumbrados y eso fue el broche al que será uno de
los pocos borrones en una rotunda temporada.
Y
abriendo terna actuó un Antonio Ferrera que destacó, por encima de todo, por
actuar de forma sobresaliente como director de lidia. Siempre estuvo colocado
en el sitio a lo largo y ancho del ruedo y tuvo detalles de torería que,
quizás, pasaron inadvertidos, pero que demuestran que es uno de los matadores
con más oficio y profesionalidad del escalafón. Además, hizo varios quites (no
artísticos, sino lidiadores) que evitaron algún percance y capotazos
innecesarios. Con las banderillas hubo algunos buenos pares, pero el tremendo
salto que pegó tras ejecutarlos, los deslució en gran medida. En el primero
logró algunos naturales de mano baja y poder en los que se ajustó más. Por el
contrario, sobre el pitón derecho se alivió más. El cuarto, sin fijeza ninguna
como toda la corrida, sólo quería que lo dejaran en paz y Ferrera tuvo que
perseguirlo y aguantarle cerca de tablas, en los tendidos de sol, pero sin
conseguir lucimiento pues la deslucida res siempre salía con la cara alta y se
desentendía de la pelea.
Ficha:
Albacete,
Viernes 13 de Septiembre, 6ª de abono.
Toros
de Alcurrucén, bien presentados en general, y de manso y deslucido juego en
conjunto. Algunos complicados y otros más nobles como el 3o, que duró poco. El
6o, rajado desde el principio.
Antonio
Ferrera: leves pitos en ambos
Iván
Fandiño: ovación con saludos y pitos
Daniel
Luque: oreja y silencio.
Entrada:
Casi tres cuartos.
Por Alex Martínez
1 comentario:
Fandiño estuvo mal en ambos toros 8no eran fáciles, es cierto), más allá de que adelantara la pierna en algunos embroques. Hay más cosas aparte de eso, como templar y poder al toro, dejarlo donde hay que dejarlo, etc, etc. Y fue despedido con pitos porque cuando le protestaron en el 5º se empezó a reir con sorna, ¿pero que es eso?
pepe
un saludo
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