Albacete
se ha propuesto superarse cada día, batir todas las marcas y records. Pero no,
no se asusten, esta plaza no aspira a disfrutar cada tarde del tercio de varas,
ni tampoco a paladear toreo del puro y del caro; simplemente, pretende superar
en el número de orejas y en triunfalismo al festejo del día anterior. Y,
sinceramente, si a eso aspiramos… lo estamos consiguiendo. Si fuera por número
de orejas, aplausos en el arrastre, o tercios de varas simulados, el quinto
festejo de abono de la feria en honor a la Virgen de los Llanos sería el mejor,
el ganador de las estadísticas. Desgraciadamente, si ponemos los pies sobre la
tierra y enjuiciamos fríamente lo que ocurrió en el ruedo de la “Chata”, nos
daremos cuenta de que, en realidad, asistimos a la peor tarde de un ciclo,
hasta ahora, interesante. Pero como lo que vale es pasárselo bien, sacar el
pañuelo y brindar por la fiesta y la alegría, al final lo mediocre se convierte
en un referente, en una tarde triunfal en la que se cortaron un total de cinco
orejas que pudieron ser más de no ser por algún que otro fallo estoqueador. Así
que, sí, la plaza de toros homenajeó en la quinta tarde de su feria taurina a
la mismísima Marisol, o mejor dicho, a su popular canción de “La vida es una
tómbola”. Pero no pasa nada, si cinco orejas nos parecen pocas, aún tenemos la
mitad de la feria para superarlas. Y si de paso indultamos a unos cuantos toros
más… pues mejor.
De la
corrida de Jandilla se esperaba poco. Al margen de la primera parte del
encierro que lidió en las pasadas Corridas Generales de Bilbao (muy encastada),
la temporada de este hierro no ha sido precisamente la mejor. Eso, claro, si
hablamos de animales bravos en el primer tercio y encastados y exigentes en los
restantes. Si consideramos, por el contrario, virtudes como la nobleza o la
flojedad, entonces la divisa de Borja Domecq habrá vivido una campaña
histórica. Pero (hay que ir asumiéndolo) este es el toro del presente siglo,
aquel que se asienta sobre dos pilares básicos: la bondad y la clase. Si eso
está presente, para qué pedir casta, fiereza, bravura y emoción. El encierro
del hierro de la estrella tuvo una presentación desigual. La mayoría correctos
para el coso albaceteño, aunque alguno, como el zapatito tercero, anduvo
demasiado terciado. Un día más, la suerte de varas se simuló, o lo que es lo mismo:
los picadores tuvieron menos trabajo que el sastre de Tarzán. Antes casi de que
entraran las reses al caballo, sus respectivos matadores ya se habían
desmonterado para pedir el cambio de tercio. El exigente presidente (el mismo
del “histórico” indulto del otro día), por supuesto, aceptó estos cambios sin
dudar. Así, sin picar, llegaron los de Jandilla al tercio final y allí
colaboraron con sus matadores sin presentar problema alguno. Hoy no escribiré
aquello de enemigo u oponente porque estaría faltando a la verdad. Todos, y
digo bien claro lo de todos, se quisieron rajar. Sus miradas a la puerta de
chiqueros delataron una mansedumbre que ya habían mostrado ante los del
castoreño. Además, y a pesar de que los dejaron crudos en el caballo, no
evidenciaron que les sobrara la fuerza precisamente. Eso sí, nobleza, clase y
humillación… para dar y regalar. No les decía que la tarde fue una tómbola…
Y ante
tales fieras urrupias Miguel Ángel Perera subió un escalón más para convertirse
en el triunfador absoluto de la Feria de Albacete en su edición de 2013. Cortó
al final tres orejas, aunque quién sabe si no habría caído la cuarta si la
espada hubiera entrado a la primera en el sexto. Dos le regalaron, digo, le
concedieron en el tercero. No fue una faena rotunda y la estocada tampoco fue
perfecta, pero qué importa, el público se animó y el usía no intentó siquiera
poner un poco de cordura. Muchos nos miramos atónitos cuando sacó el segundo
pañuelo, aunque, sinceramente, no se como a estas alturas nos extrañamos de
ciertas cosas. Perera fue el de siempre: un torero con indudable valor y que
somete mucho a los toros por abajo; pero ya lo de cargar la suerte es otra
historia. Y es que este Miguel Ángel es muy terco, los cánones de parar,
templar, mandar y cargar le retumban en la cabeza cual vuvuzela del mundial de
Sudáfrica. Si a Perera le diera por adelantar la pierna contraria en el cite en
vez de retrasarla hasta más no poder, entonces este servidor se rendiría a sus
pies. Desgraciadamente el extremeño no me ha dado en Albacete esa alegría.
Prácticamente en los únicos muletazos que estuvo colocado en el sitio fue en
aquellos anteriores a los pases de pecho, en los que dejó inmóviles las
zapatillas y, encajado, se enroscó al toro en la cintura. El resto fueron muy largos
y de mano muy baja, pero en línea y embarcando la embestida con la pierna
contraria en cualquier pueblo de la provincia manchega. Sobresalieron algunos
naturales en los que toreó más erguido. El público no reparó (o no quiso
reparar) en estas cuestiones técnicas y le premiaron con el doble trofeo. De
factura similar fue el trasteo ante el que cerraba plaza. Perera puso esta vez
en pie los tendidos en un meritorio arrimón que consiguió en un palmo de
terreno y en el centro de la plaza. Por cierto, aunque también se quiso rajar
en varias ocasiones, el tercero (junto al segundo) fue el mejor del encierro
contando con la humillación como principal virtud.
Por su
parte, Padilla y Fandi nos “deleitaron” con su amplia variedad taurómaca
habitual. Más acertado estuvo con los palos el jerezano que clavó algunos pares
en la cara exponiendo. No podremos decir lo mismo del granadino que intentó
batir la marca del par a toro más pasado. Con la muleta de la actuación de
Padilla sobresalieron algunos naturales en los que se encajó y templó. A pesar
de que su primer trasteo fuera más ortodoxo, a los tendidos parecieron gustarle
más los molinetes y pases de pecho del cuarto. Le dieron una oreja tras una
labor que remató, eso sí, con una muy buena estocada. Otro apéndice se llevó
David Fandila en el segundo, un ejemplar de buena condición que le facilitó
torear fuera de cacho prácticamente todo el tiempo. Ante el descastado quinto,
que fue todo un marmolillo y el peor sin duda, nada pudo hacer más que poner
voluntad y pinchar en cinco ocasiones antes de derribar al toro con un golpe de
descabello.
Ficha:
Albacete,
Jueves 12 de septiembre, 5ª de abono.
Toros
de Jandilla, desiguales de presentación con algunos correctos y otros más
justos como el terciado 3o. Nobles y de buena condición, pero flojos y mansos
en conjunto. Algunos se rajaron descaradamente. El mejor el humillador 3o; el
peor, el marmolillo 5o.
Juan
José Padilla: silencio y oreja
El
Fandi: oreja y silencio
Miguel
Ángel Perera: dos orejas y oreja tras dos avisos.
Entrada:
Más de tres cuartos.
Por Alex Martínez
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