Comienza
otro año, otro año cargado, lamentablemente, de más de lo mismo. Y es que en el
sector taurómaco no se mueve ni el tato.
De
reducción del precio de las entradas, ni se habla. Y es que según parece, a los
de dentro del sector les gusta ver el cemento de las plazas, que eso es buen escaparate.
Muerte segura.
De la
reducción del personal de las cuadrillas, mutis total, no vaya a ser que se
monte una huelga, que la habrá, de picadores y banderilleros, y sí, desgárrense
las vestiduras, para cobrar más. Esta el panorama como para montar
huelguecitas.
De
vetar a empresarios que están convirtiendo en eriales, por sus gestión, plazas
de toros señeras, y me sale Zaragoza y El Puerto, porque Valencia y Albacete
supieron salvarse a tiempo. Sólo se habla con calzador.
De la
debacle de los hijos de todo un empresario en Córdoba y Málaga, lo justito. Que
hay que seguir manteniendo a los amigos, que si no luego viene Bilbao y no te
dejan entrar a la plaza. La prensa esta comparada, falta verdad y sobran sobres
y fanatismo. Que parece que criticar a José Tomás es blasfemia y a Juli pecado
capital.
Y
mientras ganaderías al matadero, novilleros toreando lo que no son capaces de
matar las figuras, engaña ilusiones de chavales, pagarés, te veres…
Otro
invierno perdido. La encerrona de
Talavante con Victorinos en Madrid sólo es una aspirina para calmar el dolor.
Una gesta que debería ser una obligación para todos los que se apropian de la
palabra figura. Queremos variedad de encastes y no sólo un día por cumplir. Se
valora eso sí, mejor que matar seis toros de tres amigos, ¿verdad Manzanares?
Menos
mal que todavía quedan varios clavos donde agarrarse, con suerte, abonémoslos y
que crezcan…
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