Otra
vez Pedrés, el maestro Pedrés, llegó a Albacete, a su plaza, con una señora
novillada, que en apariencia y trapío era casi una corrida de toros. Volvió
tras la ausencia del año pasado para dar categoría al coso que tanto le vio
torear y triunfar como matador de toros. Precisamente, tras el paseíllo, la
empresa tuvo el detalle de homenajearle en el sesenta aniversario de su
presentación como matador de toros en la Feria de Albacete. Y Pedrés devolvió
el homenaje a la afición manchega con un encierro muy interesante y encastado.
Y ya se sabe, cuando la casta está presente…nadie se aburre y hay verdad en el
ruedo. Y es que la novillada que trajo desde el campo charro fue muy exigente,
de esas que piden el carnet. Muchos acusaran a Pedrés de no tener sensibilidad
por presentar una novillada tan seria y fuerte para unos chavales que acaban de
empezar, pero habrá algunos (entre los que me incluyo) que le defenderán porque
su responsabilidad y deber como ganadero es mandar a una plaza como la de
Albacete lo mejor que tenga en casa, un encierro que de categoría a su feria. Y
Pedrés lo hizo. Pero claro, los mismos que callan o defienden el “torito” de
las figuras en los días de clavel, serán los que se indignen por una novillada
con tanto trapío.
A los
tres novilleros les vino un poco grande el encierro. Normal, por otro lado. La
crisis y la reducción de festejos han diezmado de forma brutal las tardes en
las que los representantes del escalafón menor se visten de luces. Y el no
torear apenas, la falta de contratos, luego se traduce en falta de oficio. Y
eso que los tres que hicieron el paseíllo hoy en la segunda de abono del ciclo
taurino en honor a la Virgen de los Llanos fueron los finalistas del certamen
Soy Novillero que emitió Castilla la Mancha Televisión el pasado
invierno/primavera. El triunfador de aquella final que casi llenó los tendidos
de la “Chata” fue Álvaro Lorenzo y precisamente él obtuvo el trofeo de más peso
de la tarde. Fue ya en el sexto, un animal mansito que comenzó exigiendo mucho,
pero que al final se vino muy a menos, en parte por su condición de manso, y
también en parte a que delante tuvo a un torero que le acabó sometiendo.
Algunos no sabíamos si podría con su oponente, pero Lorenzo tiró de valor y se
pegó un arrimón sincero, de esos absolutamente meritorios. Es verdad que en el
conjunto de su tarde faltó toreo fundamental del bueno y que, en ocasiones,
retrasó en exceso la pierna contraria descargando la suerte. Pero también lo es
que vislumbró algunas cualidades y condiciones como buen concepto del toreo,
formas clásicas, y el valor ya anteriormente mencionado. En ese segundo de su
lote se dejó llegar los pitones a la misma taleguilla y eso provocó una
voltereta afortunadamente sin consecuencias. Se tiró a matar de verdad y, con
justicia, cortó una oreja que fue la recompensa a salir fortalecido de una
empresa que no se antojó fácil en un principio. En su primero, el tercero, un
animal con mucho cuajo y mirada de señor, poco pudo hacer más que intentar
mantener de pie a un astado muy flojo que rozó la invalidez. Fue noble el de
Pedrés, pero su escasa fortaleza y casta se tornó en un comportamiento cansino
y pegajoso. Lorenzo no se entendió con él y construyó una labor tan larga como
carente de emoción.
La
nota triste del festejo fue la grave cornada que sufrió Filiberto en el quinto.
El joven novillero nacido en Calasparra fue prendido por su segundo enemigo, un
castaño de expresión viva, largo y alto de agujas, que también manseó pero que
sacó casta y poder. Lo dejaron muy crudo en el caballo y, claro está, la lucha
entre el hombre y el animal no fue sencilla. A la mitad de la faena, en uno de
los muletazos, el utrero se quedó a mitad del viaje e hizo presa del novillero.
El primer derrote fue seco, pero el más alarmante fue el segundo. Cuando
Filiberto estaba en el suelo, el astado volvió a cogerle y le mantuvo
suspendido sobre los pitones en unos segundos que se hicieron eternos. La
espectacular cogida dio la impresión que había tenido muy graves consecuencias,
pero afortunada y milagrosamente, siendo grave y extensa, fue muy limpia y
bastante superficial. Una vez trasladado a la enfermería, el director de lidia,
Ángel Olmo, fue el encargado de dar muerte al animal. El público pidió la oreja
como reconocimiento al torero herido, pero el presidente no sacó el pañuelo y
la cuadrilla de Filiberto dio una vuelta al ruedo. Cuando sí apareció el
pañuelo blanco en el palco como premio fue en el segundo. El de Pedrés fue un
novillo completo y que ofreció grandes posibilidades. Además de nobleza y buena
condición, tuvo cierta movilidad y la fortaleza de la que careció alguno de sus
hermanos. El novillero formado en la Escuela Taurina de Albacete firmó una obra
en la que primó la cantidad, pero que encadenó buenos pasajes en los que acompañó
la embestida.
Como
primer espada actuó Ángel Olmo, también novillero de la tierra y que destacó en
el primero por su templanza y buen concepto. Desgraciadamente, como no todo
puede ser bueno, faltó ajuste entre toro y torero para que su trasteo hubiera
tenido más importancia y verdad. El animal que abrió plaza tuvo también
nobleza, clase y humillación, pero no anduvo sobrado de fuerzas. El que sí las
tuvo, además de mucha casta, fue el corrido en cuarto lugar. El segundo del
lote de Olmo, tan imponente como bello, apretó en varas (aunque tardeó) y llegó
al tercio final pidiendo una muleta poderosa que encauzara sus muchas y buenas
embestidas. Lo quiso desde el principio todo por abajo y los numerosos pases de
pecho y remates por alto no le ayudaron. Dio espectáculo una res que no fue, ni
mucho menos, consecuente con su nombre: “Dormido”. Su matador puso mucha
voluntad y demostró valor, pero la falta de técnica y acople por momentos se
hizo muy presente. Ovacionado resultó el de Pedrés, mientras que silencio
escuchó Ángel Olmo que había errado repetidamente con el descabello.
Por
cierto, la otra gran noticia del festejo fue, de nuevo, la buena entrada
registrada en los tendidos. Algo más de tres cuartos del aforo cubierto para
ver una novillada. Ojala esto se repitiera más veces y en más plazas a lo largo
de la temporada. Y ojo, que mañana llegan las figuras, tanto a pie como a
caballo, y ya desempolvan el cartel de “No hay billetes”…
Ficha:
Albacete,
Lunes 9 de Septiembre. 2º de feria.
6
novillos de Hnos. Martínez Pedrés, bien presentados, serios, y de juego
desigual aunque interesantes y exigentes en conjunto. Destacaron los lidiados
en segundo y cuarto lugar, ovacionados en el arrastre.
Ángel
Olmo: oreja y silencio tras aviso
Filiberto:
oreja tras aviso y vuelta al ruedo que dio su cuadrilla tras petición (herido)
Álvaro
Lorenzo: silencio y oreja.
Entrada:
Tres cuartos
Por @AlexMartinezzz

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