El banquillo de toreros está lleno de gente esperando una oportunidad para darse a conocer y demostrar que tienen posibilidades de torear más de lo que torea. Hoy, en Utrera, con corrida televisada, hemos podido ver la incapacidad y desgana de un torero que fue llamado a ser alguien y que hoy por hoy se ha quedado en una cacarruta de lo que se esperaba de él. Juan Serrano, apodado Finito de Córdoba, va dejando por las plazas una imagen desastrosa, impropia de un torero, viéndose apuradísimo a la primera que un toro le pone la mínima complicación. Y los resuelve desde pegando banderazos con la muleta desde dentro del burladero, como ocurrió en Alicante, o matando sin hacer la suerte, como hoy ha pasado en Utrera. Juan da la sensación de estar justito de preparación y va a torear las corridas esperando lo que salga. Todo torero debe de dar de sí, todo lo que puede hacer en la plaza porque para eso le pagan y lo refrenda un público que saca una entrada, que no es barata precisamente. Me duele decirlo pero alguien debería decirle que cuelgue el traje de luces. Sus actuaciones dañan su imagen y lo que más me importa a mí, a la mismísima fiesta de los toros. ¿Qué habrán pensado toreros que están esperando una oportunidad, al ver su actuación?
Ya le pilla tarde pero si se hubiera tomado su carrera al estilo de exigencia que le aplico a su mujer en el programa “Hace falta Valor”, estaríamos hablando de otro torero.
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