LA PRESENTACIÓN CAMBIADA

Toros para José Tomás, mañana en Huelva

Novillo lidiado en Madrid, el pasado domingo

Anda la tauromaquia con el pie cambiado. La presentación de los toros tiene parte de culpa. No es de recibo que veamos a las figuras del torero con el cuento de los siete cabritillos por las ferias, y que la cantera, tenga que vérselas con mastodónticos novillos. Si no me creen, pongan cualquier imagen de una feria del pasado mes de junio y compárela con alguna imagen de las recientemente finalizadas, novilladas nocturnas de Madrid.

El toro que están imponiendo las figuras del toreo es veneno. Veneno para la salud de la fiesta. Tampoco les digo que toreen el toro de Guisando, pero que lo que toreen se le pueda llamar toro. Cada plaza tiene su tipo de toro, no pido que el toro de Madrid salga en todos sitios, pero si un toro con seriedad y que no tenga sospechas de ningún tipo de manipulación.

Lo que ocurre ahora no puede seguir así. Para que una ganadería se anuncie con figuras, tiene que ser repasada minuciosamente por infinidad de veedores que hacen y deshacen a su antojo, y no dejan al ganadero presentar lo que verdaderamente quiere. Luego nos encontramos en las plazas con auténticas aberraciones en presentación del ganado. En la mayoría de las plazas la autoridad no dice nada y le dan carta libre para su lidia. En otras, las que menos, rechazan los toros, para que al instante los apoderados amenacen con que su torero se cae del cartel y obliguen sí o sí, a pasar por bueno el lamentable ganado presentado. Hasta que las figuras no eliminen la figura del veedor y se dignen a lidiar el ganado que quiere presentar el ganadero, este veneno seguirá matando, a la chita callando a la fiesta de los toros.

Este mismo veneno, mutado contrariamente, mata también a los novilleros. Los chavales que empiezan y que tienen que hacerse poco a poco con los novillos, se están encontrando delante de ellos, auténticas corridas de toros. Lo que no vemos en las figuras se lo estamos viendo a chavales sin alternativa, que tienen que pechar con novilladas de exagerada presentación. Una prueba dura, difícil de superar. De ahí el mérito de muchos chavales.