TODO TOROS: LLOROS TARDÍOS
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viernes, 3 de agosto de 2012

LLOROS TARDÍOS


Simón Casas, después de finalizada la feria de Julio de Valencia, lloraba porque había perdido dinero. Es más, el productor, se quedó tan pancho diciendo que sabía que iba a perder dinero.
Los lloros del francés sirven de poco. La acomodada profesión de empresario taurino, que se aprovechó de los buenos tiempos, llenando la saca e invirtiendo poco en futuro va a vivir ahora el lodo de aquel barro. Cuando todo iba sobre ruedas, dinero, entradas caras, plazas llenas, se apostó poco por el futuro del espectáculo. Lo que es, es, no sólo tienen culpa los ges, que la tienen, también, y mucha, la tienen los empresarios que se hicieron ganaderos, apoderados y no apostaron en la salud de la fiesta. En estos tiempos te enterabas que había toros en un recuadrito pequeño al final de la hoja de un periódico. Luego, cuando asomó mamá crisis, se subieron al carro de la publicidad en autobús, que no deja de ser insuficiente. Todavía se esta esperando un anuncio en la tele de una feria.
Como la pelota de la money era cada vez más grande, las figuras empezaron a exigir unos honorarios desorbitados, que a día de hoy parecen indecentes en los tiempos que estamos, una tele de pago pagaba una autentica exageración por retransmitir la grandes ferias, pero como primaba el beneficio, todos tan felices. Mientras, chitón a los hijos de perra que se aprovechaban de los chavales para torear en los pueblos, que existen todavía y que son el cáncer de la fiesta. Los grandes empresarios engrandecieron la enfermedad por el método del cambio de cromos, poniendo a sus toreros en muchas ferias de amigos, pero que a la hora de la verdad, no cobraban un duro. Se dieron toros hasta en la sopa, y los ges, torearon en portátiles, quitando así el lugar a los novilleros con picadores y sin ellos, que son los que deben torear en esas plazas.
Ahora con la teta seca, el torero figura no se quiere bajarse del carro de los honorarios y quiere lo de antes. Como el que iba a los toros se ha muerto, o esta en paro y no tiene dinero para ir y no se hizo afición cuando se debió de hacer, las plazas están vacías. Como en los tiempos del confeti, se redujo el toro hasta mínimos impresentables, y sigue, la gente se ha dado cuenta y ha dejado de ir. Como se exprimió tanto la teta de la tele pública, no da toros porque los considera un espectáculo francamente caro. Como no se tomaron medidas para fortalecer las novilladas, ahora están en peligro de extinción. Como hay que salvar los muebles, se suben las entradas y se apañan con la dañina media plaza de aforo. Como se dieron toros hasta en Villamatao del Pinillo, ahora nos encontramos con una sobredosis de profesionales del toro, que tienen que comprender que todos no cogen en esta fiesta y con otra de ganaderías del bobitoro del dueño del ladrillo que se deben degustar gastronómicamente en cualquier restaurante. Ante la demanda, las ganaderías de siempre primaron la cantidad a la selección y así muchas están inmersas en el toro que se pedía en la época del barro y que en esta, ya no vale. Pero lo peor de todo, es que nos quieren hacer ver que esta es la fiesta y el toro moderno que debe de imperar. Si esto sigue así, yo me bajo del carro, esta no es la fiesta a la que yo me aficioné ni la que me enseñaron cuando de renacuajo empecé a interesarme por esto.

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