Juan Carlos, a la derecha, junto a Pepín Jiménez |
El
banderillero Juan Carlos de los Ríos, "El Formidable" falleció ayer
en un hospital de Cádiz, al no poder superar una operación de corazón.
Juan
Carlos perteneciente a una dinastía de excelentes subalternos, era hijo de Juan
Luis, apodado también “El Formidable” y que fue también figura de los de plata
en los años setenta.
Juan
Carlos estaba apartado de los ruedos desde 2001, cuando un 14 de mayo, un
sobrero de Julio de la Puerta, le propino una tremenda paliza al querer poner
con pureza un par de banderillas. La paliza se saldó con tres heridas, una en
el triángulo de Scarpa izquierdo con orificio de entrada y salida superficial
de quince centímetros, otra en pliegue inguinal izquierdo con una trayectoria
ascendente de 30 centímetros que produce destrozos en músculo recto anterior
oblícuo mayor y trasverso penetrante en cavidad abdominal.
La
tercera en triángulo de Scarpa derecho con una trayectoria ascendente de 25
centímetros que causa destrozos en anillo inguinal y contusiona peritoneo y
también raíz de pene. Además contusión frontal y conmoción cerebral, de pronóstico
muy grave.
Si
decimos “El Formidable” se nos viene a la mente, el maestro Pepín Jiménez. Y es
que Juan Carlos tras pasar de auxiliador en la cuadrilla del rejoneador Fermín
Bohórquez, fue la estrella de la cuadrilla del maestro de Lorca.
Era un
hombre fuerte en todos los aspectos, por eso cuando un toro lo cogía le daba
duro. De la última no se pudo recuperar. Pero todos recordaremos la elegancia,
pundonor y pureza de sus pares de banderillas, en lo alto, sin aliviarse. Ponía
las plazas de pie, porque nadie podía pensar que un subalterno tan pesado podría
saltar, cuadrar en la cara y clavar arriba con tanta verdad.
A mí
se me va uno de mis primeros recuerdos taurinos. Descanse en Paz, “El
Formidable”.
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