Harto
del mongolismo invernal del sector taurino y su falta de soluciones ante la difícil
situación que sufre, y peor que se va a poner, me pongo el traje de valiente y
me veo los domingos las corridas de la temporada grande de la plaza de toros de
México.
Como este sector pasa olímpicamente de ideas y deja el invierno tan huérfano
de toros pues me tengo que ver las pantomimas circenses que se dan en el D.F
Pero
ayer me llevé una sorpresa. No en cuanto a la presentación de los toros, que
sigue siendo caótica en esa plaza, pero si por las buenas maneras de un torero,
que desconocía, y que me quedé con ganas de ver delante de un toro que le diera
importancia a su toreo. Ojo con Fermín Rivera. No sé lo que puede suceder, pero
creo que se merece la prueba de España.
Fermín
Rivera corrió la mano bien, templo y dejo naturales de muy buen trazo. Y
ajustado al toro. Una faena buena, que si la realiza un torero con nombre
hubiera sido premiada con orejas.
Me da la
sensación que no quieren que Fermín evolucione o que hay algo contra él. Me
dicen incluso que toreros de ese país lo tienen vetado porque saben que les
puede pegar un repaso gordo actuando con él.
Pero
ayer muchos aficionados lo descubrimos. Y entre tanto torero que no te dice
nada, Rivera fue aire fresco.
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