Vaya escalofrío
me ha dado cuando me he enterado que la plaza de toros de Granada va para
Matilla y su esbirro, y cómplice de fechorías, Juan Reverte.
Dicen que por
donde pasa Matilla no crece la hierba. Pues esta empresa a modo caballo de Atila
se está cargando la vida de un montón de plazas. Véase Jerez, Linares,
Valladolid y hasta Barcelona.
Ojalá que
Granada no sea otra víctima de la teoría de la media plaza. Entradas a millón,
media plaza y todos contentos.
Ya decía yo que
Juan Reverte tramaba algo con Matilla. La prueba la tengo en la corrida de la
plaza portátil de Lorca. Los dos nuevos empresarios de Granada, en mi pueblo se
atrevieron a atentar contra un torero. Sí, he dicho atentar. A Paco Ureña le
echaron una corrida vieja, zambomba y toreada. El regalo lo sufrió también El
Fandi. Pero a Matilla le dio igual echar a su torero a los leones.
No convenía dar
cancha a un torero de la competencia. Y más, si pocos días antes, se había
tenido una bronca con sus apoderados porque se le quería recortar el dinero
pactado, porque no había tirón en taquilla. El torero en lugar de caerse del
cartel, tragó, porque era su pueblo y no quería dar mala imagen. Por bueno,
calló en la trampa. Los ahora dos nuevos empresarios de Granada se frotaron las
manos y para colmo llenaron.
Paco se llevó
un palizón de órdago del último regalo envenenado de la tarde. Muchos dieron la
corrida por mala, pero más de dos y de tres que estábamos allí, nos dimos cuenta
de que había gato encerrado.
Así actúan los
nuevos empresarios de Granada.
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