Al margen de los percances, el festejo ha tenido como principal contrariedad la mansedumbre de los toros. Una corrida muy difícil, exigente y absolutamente nada lucida.
A todo eso hay que añadir la intransigencia del "palco" con uno de los nombres importante que ha tenido la tarde, Sergio Galán, negándole nada menos que la Puerta Grande: una oreja en cada toro.
Más allá de las tres orejas conquistadas, con la correspondiente Puerta Grande, el joven Leonardo Hernández logró la perfección. En los tiempos, en la elección de terrenos, y la manera de citar y arrancarse con una amplia variedad de galopes, unas veces en corto, otras de plaza a plaza, para ir de poder a poder o cuarteando. Por supuesto, muy ajustadas las reuniones. Leonardo se convierte en el príncipe del rejoneo.
Menos suerte tuvo Caetano, con un lote de pocas posibilidades. Y la pérdida de su caballo “Passape”.
Ficha:
Plaza de Toros de Madrid, Las Ventas. 18ª de abono. Lleno
Toros de Luis Terrón, reglamentariamente "despuntados", mansos y deslucidos, y lo que es peor, alguno, como el quinto, hasta con peligro, y en parte también el cuarto. Los únicos que medio "se dejaron", segundo y sexto.
Sergio Galán: palmas tras petición y vuelta tras petición.
Moura Caetano: ovación y ovación.
Leonardo Hernández: oreja y dos orejas. Salió por la Puerta Grande.
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