Esto
de la tauromaquia en América (y me reitero que en muchos lugares de España) se
ha convertido en platos de alta cocina. Un minúsculo trozo de carne en medio de un plato grande. Véase un minúsculo toro en
medio de una inmensa plaza. O más bien véase
la plaza de toros México, como ejemplo más claro, aunque el ejemplo abunda.
Que sí
que la alta cocina, como la tauromaquia que se ve en américa y en algunos
sitios de España se engalana muy bien, en medio del plato un trozo de carne y
encima mucha lechuga cortada y bien lavada, y perlas de jengibre nitrogenadas o
en los medios de una plaza, un torero pegando pases y pases, por delante, por
detrás a un trozo de carne bobalicona.
Pero
amigos, esta alta cocina y esta tauromaquia a mí no me sacia. Falta algo, en la
alta cocina más cantidad, en la tauromaquia más verdad y más casta.
Hoy en
un restaurante le han pedido al cocinero que se sacara dos platos de patatas fritas
con huevos fritos porque los comensales habían pasado más hambre que el perro
de un ciego. Y me he acordado de los toros. Los aficionados americanos, y me
reitero en que en muchos sitios de España, deberían pedir ya patatas con huevos
en las plazas, porque lo que se les da en el ruedo es una burla, al precio que
pagan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario