Un
torero con mayúsculas, una acción al alcance de muy pocos. Ayer, Javier Castaño
se encerró con seis toros de Miura en Nimes. Cinco orejas cortó y salió en
honor de multitudes por la Puerta de los Cónsules, del anfiteatro romano de
Nimes. Felicitamos también a la ganaderia de Miura, que ha lidiado un encierro de buen juego y que tapa la boca a esos que dicen que esto no sale bueno nunca.
En
estos tiempos, donde diez toreros se autoproclaman figuras y de ellos sobran
dedos de una mano para contar los que en realidad lo son, sigue habiendo
toreros sin “g” que apuestan por la variedad de encastes, que apuestan, que
torean, que se la juegan sin trampa ni cartón. Javier es uno de ellos. No serán
figuras de la “g” pero son Grandes.
Ya va
siendo hora de exigir, de una vez por todas, que todos los toreros vayan por
igual, que todos apuesten por la variedad de encastes, que abran el abanico de ganaderías
y que no pongan pegas al rival con quien se miden. Ya se acabó eso de gesta
cuando torean algo no habitual en ellos. Este San Isidro es muy esclarecedor,
ya no me vale que las figuras solo maten ganaderías sota, caballo y rey, de
bobebcq.
La
fiesta será más fiesta cuando la suerte dictamine, en sorteo, que torero le
toca torear tal ganadería, y si a Morante le toca Miura pues tendrá que
apechugar. El sorteo puro dictaminará quien realmente son “G” de grandes y “g”
de gateros.
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