La
ovación de salida para Fernando Cruz sonó a vida. El maltrato, que este sector
hace a los toreros que verdaderamente saben torear, dejándolos en su casa y
poniendo, valga como ejemplo, un cartel con el del cuché y el tío la rana, es
la ruina.
Afortunadamente
siempre hay cordura en algún empresario. Ayer Tomás Entero lo demostró en
Valdemorillo.
La
corrida de Victorino Martín, tan esperada, como mal presentada tuvo de todo.
Dos imposibles, uno duro con fondo, el segundo, un dulcecito, el quinto, uno
bueno, el sexto y un extraordinario, este sí, el tercero.
Sergio
Aguilar se llevó los imposibles. Con el primero, al que para mí recortó mucho
se le puso imposible a los cuatro pases por cada pitón. Recortar a un Victorino
tiene estas cosas. Pero bendita listeza comparada con la flojera perruna vista
el día anterior. El cuarto fue de los que cuida los melones del ganadero,
imposible.
Sorpresa
con el jienense Alberto Lamelas. Tan inexperto como templado, tan mal colocado
como buen torero. Esos fueron sus defectos y la verdad para haber toreado tan
poco, con el tercero, pese a esas carencias, lo bordó. Gran toro el de
Victorino, con una pitón derecho de cortijo. Templado el torero se lució de
verdad en tres tandas intensas por ese pitón. La pena es que Lamelas acusó
también la inexperiencia en la suerte suprema y el zambombazo se quedó en una
vuelta al ruedo. Con el sexto, otro buen toro de Victorino, pero con más teclas
que tocar a Alberto se le notó aún más la maquillada inexperiencia que se le vio
con el anterior. Con otra colocación y sistema ante el toro, la cosa le habría ido
mejor. Que todo sea la inexperiencia, eso se pasa toreando. Con la espada tiene
un problema. Aquí, otra vuelta al ruedo.
Fernando
Cruz reapareció después del cornalón recibido el quince de agosto del año
pasado en Madrid. El de la reaparición
fue un toro duró de Victorino que si le enseñas el carnet te responde. Y
Fernando se lo enseño. Una tanda por el derecho levantó la faena.
Luego otras
dos estimables por ese pitón y se puso también por el izquierdo, pitón donde el
toro rebañaba tela. Mató de entera desprendida y se le otorgó una justa oreja. Con
el quinto, al que le faltó chispa Fernando se inventó una faena que caló en el
tendido. Tras una buena estocada le premiaron con otra oreja, o más bien con un
¡Enhorabuena has vuelto! Te lo merecías...
La
pelota ahora en el tejado de las empresas, de las que no me fio un pelo.
Ficha:
Valdemorillo,
10 de febrero 2013. Última de feria.
Toros
de Victorino Martín, mal presentados y de juego desigual. El tercero
extraordinario, el sexto, bueno.
Sergio
Aguilar: Silencio y Silencio
Fernando
Robleño: Oreja y Oreja (Puerta Grande)
Alberto
Lamelas: Vuela al Ruedo y Vuelta al Ruedo.
Entrada:
Más de tres cuartos de plaza.
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