En
tiempos donde la tauromaquia necesita este tipo de gestos, asqueados por las
reapariciones sin fuste y basadas en el trinque, va un torero y se pone romántico.
Porque el toreo también es romanticismo, y a los toreros de hoy en día parece habérseles
olvidado.
Eduardo
Dávila Miura reaparece en Sevilla. De momento una tarde. Pero no con la de Juan
Pedro. Eduardo quiere la de Miura. Siente que debe ser participé del 75
aniversario de la presencia de la vacada sevillana en la feria de abril.
Ya tiene
Sevilla el primer puntal para sostener una feria que necesita de urgencia
gestos de torero, como el de Dávila Miura.
Quedan
dos puestos ese día. Ojalá el acodo figuril de ahora no deje a Eduardo sólo ese
día.
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