Y salió el segundo
de la tarde ayer en México, tan pequeño y edulcorado, tan gacho y afeitado, tan
débil y chutado, que un rayo de indignación paso por todas las almas aficionadas
de la tauromaquia.
Que están
haciendo contigo vieja amiga. Ya sabemos que en Europa las cosas no te van como
desearías, al menos en algún rincón de Francia se te sigue respetando. En
España ya te han empezado a meter mano, pero aunque somos muchos los que ya nos
hemos dado cuenta, no tenemos la suficiente fuerza para defenderte. Y aunque
avisemos, muchos lameculos y palmeros, que dicen amarte, pero son tu diablo,
tratan a toda costa de tapar las miserias de tu acosador y limpiar el escenario
de la tropelía. Y tu alma, que es el toro, cada vez más escondida.
Si todo fuera
por el camino de la emoción, el riesgo, la valentía y la torería. Serias reina.
Ningún espectáculo puede presumir de rito, verdad y grandeza. Pero amiga mía, el
virus del rufianismo anda por tus venas. Y poco a poco, y sin esa medicina tan
necesaria para volver a ser lo que eras, el virus te está matando.
Viajas a América
en invierno. Allí podría lucir guapa también, pero esa puta enfermedad no te
deja y te prostituye. Con lo que fuiste y ahora nos dejas imágenes de como si
una modelo se metiese caballo hasta en las cejas.
Pero el virus
disfruta, se llena la cartera y nos vende la mentira.
Lo que pasa es
que la gente de allá también se está dando cuenta que a la modelo le pasa algo.
Que su alma esta afeitada, pequeña y serruchada pero por verla se paga igual o
más que antes. Que de la emoción se ha pasado al bostezo.
Sé que te
puedes recuperar. Puedes volver a ser la más grande, todo depende de si el
virus decide unirse a la medicina. Pero si el virus se hace el fuerte y pasa de
soluciones, morirá y te matará.
Aquí uno que te
quiere viva.
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